QUERIDOS REYES MAGOS
Sentada, con la mirada perdida
frente al armario verde, cerrado con llave en aquella habitación que ahora me
parece demasiado grande y que años atrás había compartido con mi hermana,
recuerdo nuestra niñez con nostalgia. Pobrecita mía, a pesar de que al final de
sus días no me reconocía, no dudó antes que eso sucediera en entregarme todo lo
que tenía guardado: Una pulsera de brillantes que le había regalado un novio
que tuvo y que se marchó a Francia para probar fortuna y nunca volvió; varios
encajes que había bordado con esmero para su noche de bodas y que nunca fueron
estrenados...
Me encuentro sola, con mis
recuerdos. Mis padres hace años que faltaron y yo me había comprometido a
cuidar de mi pequeña hermana, pero no pude disfrutar mucho tiempo de ella. Lo
esperaba todo de mi y yo no supe darle nada.
En repetidas ocasiones recuerdo lo
felices que éramos los cuatro: mi padre, mi madre, mi hermana y yo... Siempre
he tenido debilidad por mi madre y mi hermana. A mi padre lo recuerdo pálido y
sudoroso, envejecido; mi madre con algunos kilos de más y ojos grandes,
expresivos.
A veces me miro al espejo y en él se
refleja el rostro de mi hermana. - Era tan dulce-, que me niego a la
resignación de estar sin ella. De entre sus recuerdos, guardo con especial
interés aquélla carta que escribí hace muchos años a los reyes magos. No se
porqué era ella quien la tenía como recuerdo. A menudo la leo y ahora, medio
desgastada, tengo necesidad de leerla de nuevo.
Queridos Reyes Magos:
Soy una niña de diez
años. Sé que soy un poco mayor para pediros cosas, pero este año me he portado
muy bien.
Me llamo Esperanza y
tengo una hermanita más pequeña que yo.
He obedecido en todo a
mi profesora. En clase procuro no enredar, en casa hago todo lo que me mandan y
procuro no pelearme con mi hermanita, aunque algunas veces sin darme cuenta la
hago enfadar. Se que eso no está bien pero luego me arrepiento y le pido
disculpas.
También algunas veces
he mentido, pero a vosotros soy incapaz de mentiros porque sé que lo sabéis
todo y luego si me porto mal no me traéis lo que os pido.
Os voy a contar lo que
me pasó el otro día:
Estaba jugando con
unas niñas en un jardín cercano a mi casa y una niña a la que nunca había visto
me pidió que la dejara jugar conmigo. Al principio le dije que no, pero luego
me dio mucha pena y le dije que podía jugar. Ella se puso muy contenta y me
pidió que le dejara mi muñeca. Se la dejé y seguí jugando con otras niñas. De
pronto se puso a llorar y no sabía que le sucedía. Me acerqué y le pregunté:
-¿Qué es lo que te
pasa?
La niña no me
contestó, -no paraba de llorar.
-¿Cómo te llamas?
-pregunté de nuevo.
La niña levantó la
cabeza y con la muñeca cogida entre sus brazos contestó sollozando: -Me
llamo... me llamo Libertad.
Está bien -le dije- no
llores, tienes la muñeca y puedes jugar con ella todo el tiempo que quieras. Yo
me llamo Esperanza y si tu quieres podemos ser amigas.
La niña se puso muy
contenta y dejando de llorar, se levantó y me dio un beso, luego, dejó la
muñeca en el suelo y se marchó corriendo sin que pudiera detenerla.
Cuando la niña se
marchó me sentí muy triste. Pensé que se había marchado porque yo la había
molestado, pero os digo la verdad, no le hice nada malo, solo quería ser su
amiga.
Me marché a casa y no
le conté nada a mi mamá, no quería que me regañara, pues seguro que pensaría
que se había marchado porque no la había dejado jugar conmigo.
Queridos Reyes Magos:
me tengo que ir a la cama, mi mamá me lo ha dicho y no quiero ser desobediente;
así que hasta mañana.
Recuerdo como si de
ayer se tratara aquella noche feliz, interminable.
Antes de acostarme,
coloqué los zapatos junto a la puerta... Contenta con tan poco, me enredé en
las sábanas suspirando con ilusión.
No tardé mucho en
levantarme de nuevo, me sentía egoísta. Había puesto mis zapatos en los pies de
mi cama y había olvidado los de mi hermana. Los puse junto a los míos y
desobedeciendo a mi madre, continué la carta que momentos antes había dejado a
medias.
Hola queridos reyes,
ya estoy otra vez con vosotros para continuar mi carta. Como os decía, la niña
que había jugado con mi muñeca, había desaparecido y no la volví a ver hasta
dos semanas más tarde. Se acercó de nuevo para pedirme la muñeca y estuvimos
jugando un buen rato.
-El otro día te fuiste
corriendo, ¿Qué es lo que te pasó? -le comenté.
-No te puedo decir
nada, mi mamá no quiere que hable con nadie extraño.
-Yo no soy una
extraña, soy tu amiga, estás jugando con mi muñeca.
-Yo no puedo tener
amigas.
-Pero... yo quiero ser
tu amiga.
-Está bien, pero si te
digo un secreto no se lo dirás a nadie ¿lo prometes?
-Te lo prometo.
-Mira Esperanza, yo no
puedo tener amigas porque si se enteran que mi papá es policía, lo matan.
-¿Estás segura?
-Segura, por eso no
quiero que nadie lo sepa. Yo quiero mucho a mi papá y no quiero que le pase
nada.
-No te preocupes, será
nuestro secreto.
Queridos Reyes Magos,
perdonarme si el papel está un poco emborronado, es que las lágrimas se me
salen solas y no tengo otro papel.
No, si no lloro mucho,
es que me da mucha pena lo que le ha pasado a mi amiga.
Yo no he dicho nada,
os lo puedo prometer. Yo no me he chivado a nadie de que el papá de mi amiga es
policía... Ahora no puedo jugar con Libertad. Sabéis, a lo mejor vosotros la
habéis visto, porque mi mamá me ha dicho que está en el cielo y vosotros como
sois magos, lo sabéis todo y todo lo veis. A vosotros no os puedo mentir; yo no
he dicho nada.
Queridos Reyes Magos:
¿Porqué algunos son tan malos?
El domingo pasado
cuando mi amiga se iba con sus papás de fin de semana, se oyó una gran explosión.
Yo estaba en el jardín. Sentí mucho miedo y no me atrevía a salir. La gente
corría de un lado hacia otro y de pronto empezó a salir mucho humo. El coche de
mi amiga estaba ardiendo y los papás de mi amiga salieron y tenían mucha sangre
en la cara y en las manos, pero mi amiga Libertad no salió. Ella....ella estaba
muerta.
Queridos Reyes Magos,
yo no he tenido la culpa. La gente dice que no hay paz, que no hay esperanza.
Mi hermanita se llama
Paz, yo me llamo Esperanza. si os podemos servir para algo, aquí estamos.
Bueno no quiero
molestaros más, solo deciros que sois muy guapos.
Aquella noche, dando
un suspiro de satisfacción cerré los ojos y me dormí orgullosa, no sin antes
ojear de nuevo los zapatos junto a la puerta de la habitación.
No se porqué mi
hermana guardaba aquella carta. Nunca lo sabré.
Ahora, sentada en la
habitación, frente al armario verde cerrado con llave, sola con mis recuerdos y
esta carta de Esperanza; mi carta a los Reyes Magos, sueño que duermo y lucho
por despertar, para poder apreciar las maravillas que durante mi letargo han
sido destruidas por manos ajenas.
MI AMIGA LIBERTAD Y MI
HERMANA PAZ HAN MUERTO, YO ESPERANZA, SIGO VIVA.
Anbairo